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Empleada doméstica que comía restos de huesos para sobrevivir ahora es jueza

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La educación le puede abrir las puertas a muchas personas en el mundo, especialmente cuando su vocación lo requiere. Sin embargo, acceder a ella no es sencillo para todos los casos como lo es el caso de esta jueza, y es por eso que las personas de origen humilde hacen lo que sea posible con tal de cumplir sus sueños.

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Rosilene de Santana Souza es un vivo ejemplo de aquello, quien después de años de dedicación y esfuerzo logró convertirse en jueza en Rio Branco (Brasil).

Y es que el camino para llegar a donde está ahora no fue sencillo. Rosilene creció en una casa humilde de una comunidad en Oliveira dos Brejinhos, Bahía (Brasil) junto a su familia, donde dejó de estudiar a los 10 años porque no había profesor en la escuela local, según A Gazeta. Aunque esto no la detuvo, ya que fue en su propio hogar que descubrió su vocación.

“Mi sueño siempre ha sido ser jueza. Recuerdo que tenía la costumbre de reunirme con mis hermanos, cuando peleaban, para saber quién tenía razón en la confusión. Entonces mis padres empezaron a llamarme 'jueza de la casa'. Lo tomamos como broma, pero fue algo que creció en mí. Desde el primer día de la universidad, mi meta era ser juez“, dijo al medio.

Una infancia dura

Durante su infancia también conoció lo que era sobrevivir, a sus 38 años aún recuerda las veces en que iba con su familia a una carnicería para pedir restos de huesos, con el fin de alimentarse.

Y con tal de salir adelante, a los 12 años se fue de casa con su hermana de 13 para estudiar en la escuela de otro municipio y trabajar como empleada doméstica al mismo tiempo. Ambas compartían las zapatillas y dormían en la cocina de una familia amiga, en el mismo colchón.

Cuando cumplió 19, se fue de esta casa junto a su hermana para cumplir su sueño de estudiar Derecho en el municipio de Colatina. “Mi intención era ir a un lugar donde pudiera trabajar y estudiar. Trabajar para mi supervivencia, pero estudiar siempre ha sido mi objetivo. Fue muy difícil desde el principio. Cuando llegué a Colatina, fui a trabajar con una familia y no podía ir a la universidad en ese momento porque la cantidad que ganaba no alcanzaba para pagar“, dijo.

Definitivamente, Rosilene ha luchado desde abajo para lograr alcanzar sus metas y el conocer sus orígenes les sirve para contar su experiencia y animar a más jóvenes a que no se rindan si tienen un objetivo desde pequeño.

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