El papa Francisco canonizó el pasado domingo a la religiosa ítalo-uruguaya Francisca Rubatto, primera santa de Uruguay, en la Plaza de San Pedro de Roma ante una multitudinaria congregación.
La máxima autoridad eclesial asistió a la ceremonia con los requeridos paramentos sagrados en blanco, y pronunció la fórmula católica en latín que proclama a Rubatto como santa.
Francisca fundó en Brasil las Hermanas Capuchinas de la Madre Rubatto como colofón del apostolado que realizó en ese país, en Argentina y Uruguay, donde se dedicó a curar personas abandonadas y enfermas.
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La Hermana de las Capuchinas de la Madre Rubatto, Nora Azanza, expresó que, en el santuario donde reposan los restos de la futura santa, se preparó un sitio para dormir en espera de la canonización que comenzó a las 05H00.
Los religiosos presenciaron la ceremonia a través de pantallas previamente instaladas en la zona.
Durante la jornada de celebración en Uruguay se realizará un ágape con características oriundas, se ofrecerá desayuno a los peregrinos y espectáculos culturales.
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El portal oficial de la Santa Sede expresa que Francisca Rubatto “fue capaz de ver las necesidades de ropa, de comida, de enseñar el catecismo y (...) decidió instalar un grupo de sus hermanas en el barrio de Belvedere, donde actualmente se encuentra el santuario en el que descansan sus restos.
Papa Francisco aparece en silla de ruedas
El dolor de rodilla no da tregua a Francisco, que este miércoles volvió a pedir perdón por no poder saludar a los fieles en la audiencia general y afirmó que esperaba que se le pasase pronto. Las imágenes durante la audiencia mostraron al papa argentino poniéndose de pie y caminando con enorme dificultad y con la ayuda de dos personas.
Como él mismo también desveló recientemente, el médico le había aconsejado que no caminase en estos días y asimismo explicó en una reciente entrevista que iba a recibir infiltraciones para mitigar el dolor.
En las últimas semanas ha suspendido su agenda algunos días para someterse a pruebas médicas y este problema les obligó a no poder oficiar algunos ritos durante la pasada Semana Santa.
A principios de abril, durante su viaje apostólico a Malta, no pudo bajar las escaleras del avión por primera vez y recurrió a un elevador.
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