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OPINIÓN | Esther Capuñay: El transporte público que merecemos
Lima padece desde hace mucho porque el desorden es el dueño de nuestras pistas...
Por Esther Capuñay
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Movilizarse en la gran Lima en bus, combi, mototaxi, moto, colectivo, taxi, Metropolitano, en Tren Eléctrico o en cúster, no es tarea fácil. No importa qué vía uses o en qué distrito estés. Vamos apretados como sardinas, rezando para que no choquemos o nos choquen en la ruta, para que no esté más repleta la unidad que de costumbre mientras tratamos de distraernos en el largo trayecto a nuestro destino. Además el término ‘hora punta’ en la que había mayor congestionamiento vehicular ya casi ha desaparecido porque el caos en las pistas es casi eterno.
De acuerdo al VII Informe de Percepción sobre Calidad de Vida 2016 presentado hace unos días por el Observatorio Lima Como Vamos, el 59% de los limeños demoran en ir a trabajar o estudiar entre 15 minutos y una hora mientras que el 24% viaja más de una hora solo de ida. También hay un 3% de personas que demoran más de dos horas por trayecto, es decir, más de 4 horas diarias que dedican solo a viajar por la ciudad.
Lima padece desde hace mucho porque el desorden es el dueño de nuestras pistas. Algunos planteamientos que han avanzado a cámara lenta como el tren eléctrico, el Metropolitano o el Metro de Lima, han servido para ahorrar tiempos y distancias, pero no son acompañados por otras medidas como el contar con más vías para desarrollar el transporte público masivo, acabar con las combis, cústers y colectivos pirata, construir más ciclovías, reglamentar el tránsito de los vehículos pesados o dejar atrás la informalidad que sigue campeando en este sector.
Mejorar nuestro transporte público en corto plazo es imposible porque urgen grandes inversiones en infraestructura urbana pero siempre y cuando se elijan modelos que hayan dado resultados y que tengan viabilidad en la capital. Una autoridad única tiene que hacerse cargo y trabajar con esa idea para definir realmente cuáles son los medios que necesitan sus habitantes para desplazarse.
Pero sobre todo, no hay que olvidar que para solucionar el problema del transporte público se debe considerar en un lugar importante al pasajero, quien paga a diario por estos servicios pero que es justamente el que recibe el peor trato. Si queremos tener una ciudad moderna como ocurre con países como Chile o Colombia, es hora de que las autoridades se tomen más en serio este gran desafío y ayuden a Lima a mejorar.
